viernes, 9 de diciembre de 2011

7E


Huele a alcohol de la noche anterior. Es un olor de derrota. Se mezcla con es profundo perfume barato de chica de burdel. Apenas puede mantenerse en pie. Las manos tiemblan, carecen de fuerza. Sus ojos delatan un rezago de sueño. Su cabello húmedo presume un vano intento de aliviar su resaca. Por fin logra posar su humanidad en el asiento. -7E- mientras intenta cubrir con su mano temblorosa el eructo que inevitablemente escapa de su boca. Apenas hemos despegado pero el ya ha bostezado en más de cinco ocasiones pero el sueño, profundo o ligero, no llega. Con cada bostezo deja escapar una bocanada de su terrible aliento a cenicero y a hielos derretidos en un cubo con restos de las cubatas que los borrachos no pudimos terminar, ya por el olvido, ya por el remordimiento o la conciencia. El solo quiere dormir, la sobrecargo le ofrece un vaso con agua y hielos. Él lo acepta, lo bebe de un trago. Con la mirada ida revisa los hielos, recordando. Armando un rompecabezas de piezas que poco o nada embonan entre sí. Mete la mano al vaso y saca un hielo. Lo pasa por sus manos, su frente, su cuello. Eructa de nuevo, el hielo cae debajo de su asiento. Sonríe buscando complicidad sin encontrarla. Cubre sus ojos con las manos. Si no supiera que esto es una resaca, pediría auxilio. -Seguramente mañana me sentiré mejor-.

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